domingo, 16 de diciembre de 2007

(0005) A propósito de los días que se avecinan

Puede que pase inadvertida la masiva presencia del azar como juego en nuestra vida. Pero hay claras señales de que el juego está más que presente. Cada noche, en casi todas las cadenas de televisión aparecen anuncios o resultados de sorteos, quinielas o loterías de índole diversa. En muchas salidas nocturnas de fin de semana nos cruzamos con un bingo o un casino de atractiva presencia. El gordo de Navidad ha pasado a convertirse en un acontecimiento popular tradicional y no faltan las ocasiones para una porra en familia o con amigos sobre los ganadores de un concurso o el resultado de un partido de máxima rivalidad. Hasta los parlamentarios se apuntan.
Para completar el panorama quedan incontables sorteos de automóviles, viajes, ordenadores, videos, televisores, baterías de cocina o hasta enciclopedias que se ofrecen como promoción a una determinada venta. La cosa no queda sólo en las tiendas, puesto que bancos, escuelas, ONG u hogares de pensionistas disponen también de juegos de azar como recurso para ingresar divisas a una causa noble, una iniciativa empresarial o un viaje de fin de curso.
Parece que la Ley ande ajena a estas cuestiones, pero no es así. El Estado regula la convocatoria de juegos de azar, si bien es el principal beneficiado con sus ganancias. Los impuestos sobre juegos de azar son lo que los expertos en hacienda llaman «impuestos perfectos»: la gente los paga de forma voluntaria sin necesidad de inspección o coacción alguna, incluso perciben que en caso de perder contribuyen a una causa común.
Datos del Instituto Nacional de Estadística confirman que los españoles gastamos cada año la friolera de 25.000 millones de euros en juegos de azar. No es, pues, casualidad que el nuestro sea un país de ludópatas y que centros como el Hospital Ramón y Cajal de Madrid hayan puesto en marcha un programa pionero de atención farmacológica a la ludopatía. No son pocas, tampoco, las asociaciones para la rehabilitación de ludópatas que operan tanto a nivel estatal como autonómico.
La ludopatía es una enfermedad que provoca problemas familiares, laborales, económicos y sociales. El enfermo llega a jugar todo el dinero que encuentra, a romper con su trabajo, sus amigos o su familia, e incluso a robar, para satisfacer su adicción.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno este artículo. Debe ser francamente difícil para un jugador remontar los días de Navidad, en los que parece que todo invita más a caer en la tentación. Quiero dar mi enhorabuena a todos los que ya han pasado por ello y han sabido ser fuertes para salir victoriosos, para, como dice el autor en otro de sus artículos, tener dignidad.

Mi enhorabuena al creador de este blog. Se ayuda a sí mismo y, sobre todo, tiende una mano a los que puedan estar atravesando por una situación como la que él ya superó.

Felicidades por el blog!!
Mayte










A continuar con el blog !!
Mayte